ENCAJE

El encaje es un tejido transparente y ornamental hecho a mano que aparece en el siglo XVI en Venecia.

Los hilos preferidos para los encajes son siempre los de seda y lino por su finura y resistencia, y sólo para encajes o puntillas muy vulgares se hace uso del algodón o equivalente. Con ellos, se une a veces, algunos hilillos de plata u oro para realzar el dibujo. Se llama blonda al encaje de seda (del alemán blond, rubio), pues en los comienzos de su confección en Francia, solía tener color amarillo.

La limpieza de los encajes antiguos es delicada y deben ser tratados con sumo cuidado. Por ello, antes de proceder a su limpieza, hilvánalos con grandes puntadas a alguna tela. Después pónlos en una bolsa de tela y sumérjela en agua con jabón. Después enjuágalos y déjalos secar, sin descoserlos, hasta que estén perfectamente secos.

Para mantener el blanco de los encajes, déjalos plegados, dentro de una bolsa de tela blanca, durante veinticuatro horas en aceite de oliva. Después poner la bolsa en agua hirviente, con mucho jabón, durante veinte minutos. A continuación enjuagarlo y ponerlo en almidón blanco. Sacar los encajes de la bolsa y plantarlos inmediatamente.

Si quieres teñir el encaje de color ocre suave puedes sumergir el encaje en una infusión de tila. Si quieres conseguir un tono más intenso, puedes sumergirlo en té.

Los encajes y puntillas auténticos de deben plancharse. Basta con ponerlos en agua de arroz y cuidar que se sequen sin deformarse. También puedes agregar azúcar al agua de enjuague y dejarlos secar bien estirados. Para dar a un encaje bastante apresto, use media clara de huevo mezclada con un litro de agua fría. Después plánchalo en caliente para solidificar la albúmina.

Para mantener el color de los encajes negros, nada mejor que un baño de café negro azucarado. Quedarán limpios y al mismo tiempo almidonados.

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